OHANA SIGNIFICA FAMILIA, FAMILIA QUE NO SE OLVIDA Y QUE SIEMPRE ESTARÁ JUNTA.
Nos querremos mas que a nadie pa' que no corra ni el aire entre tú y yo.

sábado, 19 de abril de 2014

Pólvora.

Bailaba a la luz de la luna cuando pensaba que nadie la veía. Subía a la azotea y se imaginaba como público todas las luces parpadeantes de Madrid. Se ahogaba en el café de las mañanas y en el ron con hielo de las noches. Echaba de menos el hogar de sus brazos. Leía cada noche hasta la madrugada. El Sol la hacía sonrojar. Cuando echaba una ojeada a su caja de recuerdos lloraba de alegría. Escribía a lápiz al final de sus libros favoritos breves historias. Subía en ascensor hasta el primero y los cuatro pisos siguientes corría por la escalera. Hacía fotos con acuarelas. Odiaba dormir acompañada de alguien si no sabía su nombre, color favorito y canción que le hiciera llorar. Acumulaba sus recuerdos en hojas, piedras, tréboles, libros y papeles. Y tenía a la esperanza encerrada en el segundo cajón de su mesilla con tal de no perderla. Tenía restos de pintalabios rojo y felicidad por la cara. Empezaba a leer los libros de poemas por la mitad. Se calaba en las tormentas de verano. Encendía una vela en los momentos tristes. Subrayaba palabras al azar en color amarillo. Escuchaba poemas e imaginaba ser la musa. Conocía una ciudad por sus callejones. Y siempre encontraba la magia de Madrid. Cuando se emborrachaba iba a la estación de tren buscando un billete solo de huida. Dejaba al Sol atrapar su pelo, y a la luna atrapar sus ganas. Echaba de menos. Se tumbaba en la hierba fresca cada amanecer. Se sentaba en el sexto banco de cada avenida. Le gustaban los vestidos que atrapaban sus piernas entre tanto vuelo. Adoraba sus Converse rotas y nunca vestía zapatitos de tacón. Esperaba ansiosa los Martes 13. Sonreía al recordar París. Se enamoraba de Roma cada vez que la veía nombrada, fotografiada o recién llegada. Pero Madrid... Cuando estaba nerviosa no hacía más que acariciar su pelo. Se mordía el labio inferior y agachaba la mirada si alguien le decía algo bonito. Dormía acurrucada entre las sábanas y le costaba separarse de ellas. Paseaba por Gran Vía como quien baila en un desfile de Carnaval. Adoraba las películas de dibujos animados y odiaba que un final la hiciera llorar. Era musa de tantas canciones que ni ella lo sabía.

Que bonito eso de saber que a cada paso que yo dé lo darás tú también.

Siempre así.