OHANA SIGNIFICA FAMILIA, FAMILIA QUE NO SE OLVIDA Y QUE SIEMPRE ESTARÁ JUNTA.
Nos querremos mas que a nadie pa' que no corra ni el aire entre tú y yo.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Me da miedo la enormidad, donde nadie oye mi voz.

Tengo
mil sueños que no recuerdo, una canción que no logro entonar, versos descolocados, mi caja de recuerdos, las cosas que quiero hacer antes de morir, tacones muy altos y vestidos muy cortos, la luna como fiel compañera, mi ballantines y tú tus historias.
Tengo
miedo a mi vals desafinado y desenfrenado, a los domingos de resaca sin tu espalda, a que deje de sonar música en mi cabeza para dejar paso a esas voces que me volverán loca, a las noches demasiado claras, a mi poema, a que el caos me abandone, y a cansarme demasiado lento.
Tengo
que encontrar las cervezas que se perdieron por mi habitación, tus rodillas apresándome entre las sombras, el tiempo que no me hizo falta, la versión perfecta y adecuada del "Let it be" de los Beatles, el cadáver de Edgar Allan Poe y un camino de baldosas amarillas.
Tengo
que perder mil batallas, las parejas de los calcetines, trenes y estaciones, París, el vacío que hay donde termina el borde de tu espalda, la esperanza de que alguien me salve de mí misma, las ganas de ti, la palabra imposible por el diccionario.
Tengo
que perderme entre tus labios rojos y tus negras mentiras, en 19 días y 500 noches, en el sonido de tu risa, en un viaje fugaz entre unas piernas, por Italia, entre un amanecer, en el número 57.
Tengo
un mechero que ha perdido su llama, tus sonrisas a quemarropa, el típico cigarro de después, putadas y amor, la botella de tequila, mi éxtasis profundo, cicatrices y arañazos en mi cuerpo, los lunares de tu espalda, miles de balas perdidas, tu alegría, y mi droga sin amor.




miércoles, 8 de mayo de 2013

Al caos directamente, no quiero su dulce introducción.

El vaso de cristal resbaló de mi mano y se estampó contra el suelo despedazándose, el cigarro que habitaba entre mis labios se apagó mientras el humo de las últimas caladas se introducía en mi interior devorándome. A mi alrededor solo escuchaba una palabra: caos. Caos constante, dulce, amargo, sereno, abarrotado, pero sobre todo mío expandiéndose por todo mi ser, y más allá de él provocándome un éxtasis absoluto e instantáneo. Mi cabeza era un continuo flujo de voces, mi cuerpo bailaba al son de una música que nadie más conseguía oír. Mi caos, al fin, ansiado y rehuido caos, me senté en la hierba y me sentí pequeña. Mi grito de libertad desgarró el suave sonido de la noche.

Que bonito eso de saber que a cada paso que yo dé lo darás tú también.

Siempre así.