Nunca escribiste sobre lo que es ver despertar a alguien, sobre el amor, las canciones tristes o los sueños rotos. Sobre dormir abrazada llorando a la almohada, sobre que tu piel sean todo cicatrices de guerras de dientes y besos, de camas y versos. Pero tranquilo, yo ya he escrito mucho sobre eso. Nunca contaste sobre los Domingos de acción, sobre un vals desenfrenado, sobre las acampadas en el Sol y nuestros días en la mismísima luna, sobre las espaldas que se parecían a la mía, pero que no tenían mis lunares, sobre el beso en la frente, sobre anochecer. Nunca cantaste sobre los amigos que son hogar, los labios que son persona, amanecer desnudos, vivir luchando, ser una canción y sentir un momento. Nunca pensaste en sentir sobre un escenario completamente vacío, o en volver a quien fue dolor, en bailar descalzos bajo la tormenta más loca de verano, Nunca dijiste "te quiero" en el momento adecuado, muy tarde, demasiado pronto, lo que es oír tus tacones por el pasillo. Nunca dijiste nada sobre (sobre)volar.
Porque nunca será tu espalda la de mis rutinas, nunca serán mis ruinas las que reconstruya (cualquiera).