OHANA SIGNIFICA FAMILIA, FAMILIA QUE NO SE OLVIDA Y QUE SIEMPRE ESTARÁ JUNTA.
Nos querremos mas que a nadie pa' que no corra ni el aire entre tú y yo.

martes, 23 de abril de 2013

Círculo vicioso.

Me hallaba en mi habitación, oscura, sin ventanas, tumbada en la cama mirando al techo, deseando salir, descubrir, doler. Se abrió una puerta, un pasillo largo, estrecho y lleno de velas se mostraba ante mí. Sin mirar atrás me encaminé por el pasillo, sin miedos y sobre todo sin recuerdos, al final de este solo me encontré una puerta. Años atrás había recibido una llave que encajaba perfectamente en esa cerradura. Delante de mí había un camino, largo pues no veo el final en el horizonte, de arena, lleno de curvas. Iría a cualquier parte mientras no me tocara volver a la habitación oscura. Con mi valor correspondiente salí a aquel desconocido entorno. Llevaba un paso ligero, deseando llegar más y más lejos, cada vez más rápido y acabar olvidando aquella habitación y aquel largo pasillo. A mi paso salió un tigre, no sé que impulso fue el que me llevó a acariciarlo hasta calmarlo, pero funcionó, el tigre se tumbó sobre el camino y cerró los ojos. La sed que nunca había experimentado antes empezó a invadir mi garganta, miré a mi alrededor y vi una pequeña casa blanca de ventanas azules. En la cerradura había un llavero con unas pocas llaves, algunas viejas, otras demasiado nuevas, pero todas en sí eran hermosas. Decidí entrar a la casa, seguramente movida por la curiosidad que caracteriza a los gatos. Sólo encontré una mesa sobre la que había una jarra vieja y mugrienta llena de agua. Sin pensármelo dos veces bebí, lo que no te mata te hace más fuerte. Tras explorar un poco más aquella curiosa casita volví a mi camino. El sol empezaba a tostar mi piel y sentía calor, a lo lejos vi un lago por lo que decidí ir hacia él. El agua era totalmente cristalina, incluso podía ver algunos peces, era profundo, no distinguía muy bien la profundidad a la que debía estar el fondo. Me despojé de mis ropas y me metí de cabeza, sin pensarlo. Disfrutaba en aquel lago, nadar en él y escuchar los sonidos de los animales cercanos era éxtasis puro, mas no se muy bien por qué algo me llevaba a salir poco a poco. Continuaba mi camino cuando empecé a distinguir un obstáculo, cuando llegué a él me di cuenta de que era un muro, poco más alto que yo, de ladrillos, más allá seguía el camino, pero no muy lejos encontraba una casa, una casa en la que yo ya había estado, con su largo pasillo y su habitación oscura. A pesar de todo me di impulso y salté el muro, no aguanto eso de quedarme en un mismo sitio mucho tiempo. Al pasar el muro sólo quedaba yo, controlando mi vida por completo, sin vergüenza, sin miedo.


Nota: Esta entrada sólo la entenderán aquellos con la capacidad suficiente para comprender el juego, sí, todo es un simple juego.
Gracias a la señorita Karmen Kalleja.

domingo, 14 de abril de 2013

Rescatarte de las horas devoradas.

Mi cigarro llegaba a sus últimos momentos de vida y seguía arrastrándome hacia mi muerte. Al otro lado de la ventana llovía como si intentara ahogarnos a todos en un efímero descontrol, invitándonos a un baile desenfrenado mientras el agua resbala por nuestro cuerpo. Mi interior se debatía entre salir y calarme o quedarme y cuidarte. Aquellos delirios nunca me habían abandonado, seguía siendo una loca tan cuerda o una cuerda tan loca, no lo tenía claro todavía. El éxtasis se dedicaba a invadir mi cama cada noche en forma de cuerpos. Volví a mirar a través del cristal, sobre el cual se reflejaban mis sábanas y entre ellas el deseo fugaz.



Y cuando por fin me decidí a salir, salió el Sol conmigo. Siempre me pasa que llego tarde.

Que bonito eso de saber que a cada paso que yo dé lo darás tú también.

Siempre así.