OHANA SIGNIFICA FAMILIA, FAMILIA QUE NO SE OLVIDA Y QUE SIEMPRE ESTARÁ JUNTA.
Nos querremos mas que a nadie pa' que no corra ni el aire entre tú y yo.

domingo, 23 de junio de 2013

Son tiempos difíciles para los soñadores.

Ella caminaba de una manera extraña, en línea recta, mirando hacia las nubes, su pelo caía como una cascada por su espalda, la espalda a la que muchos deseaban aferrarse cada mañana de resaca. Acostumbraba a llevar una sonrisa pegada en la cara y sus ojos negros brillaban a menudo. Solía pasar las tardes sentada en la misma mesa de siempre con un café y leyendo un libro distinto cada día. De vez en cuando cogía su cuaderno negro, donde apuntaba cosas que nadie había descubierto. Aquel era su rincón secreto, en esa libreta apuntaba mil teorías y cincuenta y tantos sueños, los únicos de los que se acordaba. A las 8 en punto (según ella la hora de cerrar bares y abrir corazones) pagaba la cuenta y salía del café, luego, con las últimas luces de la primavera caminaba por una calle larga y estrecha en la cual había una pared en blanco, ella se quedaba mirando esa pared como si fuera una hoja más de su cuaderno negro, pensativa. 17 minutos después se giraba y continuaba su camino. Así todos los días desde que yo había comenzado a observarla. Había pensado en hablarla muchas veces pero algo me empujaba a no hacerlo, no era exactamente vergüenza, era algo así como miedo a lo extraño, tenía miedo del caos que rodeaba a la chica. Pero ese día había sentido una necesidad de acercarme a ella, de besarla, de tenerla, de ser suyo, de abrazarla por las noches antes de dormir. Decidí al día siguiente que podría vencer mi miedo, pero ella no apareció, ni ese, ni la tarde siguiente, ni en toda la semana. Pregunté por ella en el café, pero nadie supo responderme. Empecé a sentarme en su mesa a leer con un café de la mano, con mi libreta en la otra, mientras esperaba ver aparecer su sonrisa por la puerta. A las 8 en punto salía cada día del café y corría hasta la pared, donde esperaba encontrarme su mirada oscura, cada día en vano.
El 25 de Abril de 2001 se ha quedado grabado en mi memoria, aquella tarde salí del café como siempre a las 8 en punto, al acercarme a la pared vi a una joven muchacha pintándola, y cuando grité salió corriendo. Me acerqué al graffiti y leí, acto seguido sonreí, notaba la sensación de que ese graffiti me pertenecía, de que era para mí, únicamente para mí.

Y en aquella pared quedó marcado: "Todavía son tiempos difíciles para soñadores como nosotros, algún día resurgiremos de nuestras cenizas."

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Que bonito eso de saber que a cada paso que yo dé lo darás tú también.

Siempre así.