OHANA SIGNIFICA FAMILIA, FAMILIA QUE NO SE OLVIDA Y QUE SIEMPRE ESTARÁ JUNTA.
Nos querremos mas que a nadie pa' que no corra ni el aire entre tú y yo.

jueves, 9 de agosto de 2012

Yo hablaba de canciones, aviones y libertad.

Tú hablabas de amores, hogar y ataduras.

Durante todas y cada una de nuestras noches ambos hablábamos y pensábamos de la misma manera, de las mismas cosas, pero en cuanto aparecía el Sol las cosas cambiaban, aunque no todo fue siempre así. Yo un espíritu tan libre, atada solo a mis ideales y tú colgado del mundo, de una ciudad, y atado a una vida entera.
Y ahora veamos, ¿cómo me describiría a mí misma? Pues soy aquella de ideas de astronauta, aquella que llega 10 minutos tarde, extraña, sin puntos medios, que ama viajar, con las ideas claras, sin planificar, amo las tormentas, y las noches son mi fuerte. No espero un "Buenos días, princesa" de nadie, algo bipolar, tengo mis repentinos cambios de humor, algo parecido al tiempo, pero más brusco todavía. Soñadora de fábrica, sincera, la verdad siempre va por delante en todas y cada una de mis palabras, la locura es mi forma de vida, la típica Carpe Diem, bueno, típica típica tampoco. Me sonrojo con facilidad, me gusta andar debajo de la lluvia, aquella que siempre va con una sonrisa en la cara y que nunca da un paso atrás. Cabezota, sin disimulos, sin dobles fondos ni caretas. Amo pasar las noches en vela, odio madrugar. Me gusta la fotografía, bailar, y la buena música. Nunca fui princesita ni tampoco busqué un príncipe azul. Vivo deprisa, traficante de emociones, no creo en el amor, tampoco en el cielo, mi diosa es la libertad. Sí, creo que estas últimas cosas son las que me definen.
¿Y él? ¿Quién es él? Sinceramente, no hay maneras de describirle, pero lo intentaré, él era el chico perfecto para pequeñas princesas, el que te aparece con un ramo de flores aunque no haya nada que celebrar, que te llama por las tardes y te dice que echa de menos tu voz. Que no se enamoraba fácilmente pero que cuando lo hacía era a lo grande. Artista, soñador, de los que están siempre en la Luna, ingenuo. El chico de la sonrisa perfecta, que parece que te va a salvar la vida. Que un beso siempre era algo más que un tonto beso, de los que hacía parar el tiempo. De piel suave, alto, moreno, y de ojos verdes. Amante del Sol y rey de las dudas. De los que te da alas, como un niño, pero sin travesuras. Viviendo día tras día, escritor del corazón, amigo de ese imbécil de Cupido, pensaba que el cielo no era el límite, el amor es su Dios.
En fin, que eramos una especie de polos opuestos, aunque ese no fue nuestro fallo o tal vez fue uno de tantos. Por cierto, me llamo Adriana, me suelen llamar Adri, común, sencillo. ¿Que cómo se llama él? Alejandro, Alex.
Nos conocimos un día del mes de Marzo (lo sé porque el siempre me lo recordó). De lo que me acuerdo muy bien era de que yo cursaba 1º de Bachillerato de Ciencias, mientras que él, me sonaba de algo, creo que iba a la clase de enfrente, la de Ciencias Sociales, pero nunca me había parado a hablar con él. Nos cruzamos a la salida del instituto, a mí no me apetecía ir a segunda hora, mientras que él no había tenido la primera. Nada más salir del instituto me puse los cascos y subí todo lo posible el volumen mientras escuchaba "Puta" de Extremoduro, ¡oh Dios!, amaba esa canción. Alex en cambio iba atareado con sus apuntes, seguramente repasando algún examen de la siguiente hora. De repente, ambos chocamos, en mis oídos resonó exactamente la frase de "Cuando no estoy contigo domestico las horas y hago que den brincos y hago que corran.". Él me miró y bajó la cabeza a la vez que se sonrojaba, avergonzado me pidió perdón por haber sido tan distraído, yo le dije que no pasaba nada y me disponía a salir fuera a empezar mi nueva caja de cigarros, Camel, claramente, me encantaba Malboro, pero era demasiado caro. En cambio, antes de dar el primer paso me paró y me dijo "Por cierto, me llamo Alejandro, Alex si lo prefieres, ¿tú eres Adriana no?" Le debí mirar con cara rara porque añadió: "Estás en la clase de enfrente, bueno, cuando vas". A ver, lo reconozco, me había fijado en él alguna que otra vez, pero porque el chaval destacaba, nada más, pero es que él se conocía hasta mi nombre y yo ni siquiera sabía que iba a la clase de enfrente. Aturullada respondí "Sí, puede ser". Le ayudé a recoger sus apuntes y al levantarnos me dijo "Tengo clase con Teresa, la de Historia, pero llego tarde, no me dejará entrar, ¿te apetece un café?" Sorprendida por la invitación de un casi desconocido contesté "¿Café? Yo a estas horas me tomaría una copa de Ron con Cola y no creo que nos lo vendan en la cafetería del instituto" Se rió. Tenía una risa sonora, distinta, profunda y de las de verdad. Yo sonreí, así sin querer. Entonces dijo "Bueno, pues te cambio el Ron-Cola por un batido de chocolate". Sonrió, bonita sonrisa, de dientes blancos, de esas sonrisas del típico príncipe azul de las películas. Aunque no se por qué rechacé su propuesta, fue una mezcla de sorpresa, algo de miedo, y también debió influir algo mi mono de tabaco. Él siguió sonriente y me dijo que ya lo dejaríamos para otro día, pero que se lo debía por haber alborotado su mañana y añadió también que si me parecía bonito dejarle sin su compañía para tomar un café, a lo que yo contesté "Seguro que hay por lo menos 50 chicas que te estarían esperando ahora mismo en la cafetería." "Sí, pero la que yo quería que estuviera allí me acaba de rechazar, bueno, ya nos veremos" Y así, con una única sonrisa más, se despidió. Sonrojada pasé la verja del instituto, saqué mi mechero del bolsillo derecho, el paquete del izquierdo y le quité el plástico que lo envolvía. Ponía "Fumar mata" ¿No jodas? Cinco años viendo los paquetes dan para mucho. Y tras cinco años, seguía con la misma bobada, aunque hasta ahora me había funcionado. Saqué un cigarro y me lo puse en la boca. Saqué también el de la esquina derecha, y le di la vuelta mientras pedía el mismo deseo de todas las veces, no volver a enamorarme jamás, como siempre desde hacía dos años, y pensar que antes pedía no separarme de... bueno, mejor no recordarlo. Guardé el paquete, encendí el cigarro y empezó a volar el humo, mientras tanto me acordaba del chico de ojos verdes y bonita sonrisa.

2 comentarios:

  1. Querer a alguien es una de la cosas más bonitas que existen... aunque luego todo se esfume con el humo de un cigarro.
    Preciosa la entrada :)

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  2. Eso ya es segun el punto de vista que cada uno tenga sobre lo que llamamos "amor" Para algunos existe, para otros mo, yo creo que me acerco más a lo segundo. Muchas gracias, es una historia mas o menos pequeña osea que tendra mas partes:)

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Que bonito eso de saber que a cada paso que yo dé lo darás tú también.

Siempre así.