Perfecta imperfección.

Hasta la máxima alegría es imperfecta. Todo lo perfecto de esta vida tiene un punto de imperfección, ese punto hace que todo sea más atrayente. Desde pequeños nos inculcan que tenemos que llegar hasta un límite de rozar nuestra perfección, desde pequeños nos dicen que ser tímidos está mal, hay que ser extrovertidos, y a nadie se le ha ocurrido pensar por qué. Somos como somos, imperfectos.

No todo lo que nos dicen que está mal es malo en serio, así como no todo lo que está bien es tan bueno como parece. Deberíamos empezar desde pequeños a pensar por nosotros mismos, a que no nos importe lo que nos digan. Y a pensar que lo fácil no siempre es tanto y que las reglas solo existen para romperlas. A saber que el mundo y el futuro no es tan perfecto como lo pintan.

Yo no me enamoré de todas sus virtudes, a mí me encanta esos defectos que lo hacen ser algo menos perfecto, un poco más humano.