No es lo que el corazón quiere, sino lo que la cabeza necesita.

Querido estómago, perdón por todas las mariposas que me hacía sentir al verle, perdón también porque me encantaba sentirlas revoloteando por mi piel, alterándome entera. Querida amohada, perdón por todas las lágrimas que me hizo gastar, por todas esas veces que me desahogaba con el osito de peluche de cuando era pequeña. Querido corazón, perdón por todo el daño que no pude evitar, todos los rasguños y las heridas profundas, perdón por todas esas

veces que latías como un loco. Querido cerebro,

 tenías razón, no siempre el querer se cumple.