La verdad es que enamorarnos nos convierte en idiotas, pones una sonrisa y una cara de idiota cuando le ves, tus pensamientos vuelan idiotamente hacia él, hacia la forma en que te mira y la forma en la que habla. Cuando le odias lloras como idiota, cuando le quieres le quieres con locura, como una perfecta idiota. Te sientes idiota por quererle tanto, por sentir como se te escapa o por tenerlo al lado y no tener las agallas de decirle nada.
Sin embargo, es una sensación tan deliciosa que ¿a quién le importa?
No hay comentarios:
Publicar un comentario