Aquí estaré, esperando a que pises
todas las mañanas grises y las tardes tuertas.
Aquí, de pie, quejío de la acera,
el martillo para espejos de no ver,
querrás saber de tantos manantiales
que en mi boca desembocan como lava hambrienta,
le contaré que nunca fui un poeta.
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