El nunca más nunca se cumple. La vida nos lo enseña día a día, error tras error. Vale.. A lo mejor hay errores que no repetimos una y otra vez, pero cometeremos otros. La vida está hecha de los errores que aprendimos a no cometer de nuevo. Aquel sí, aquel no, aquel te quiero no dicho, aquel beso no dado y aquellos dados también.
También aprendí que el para siempre siempre se termina. Que aquellos cuentos de siempre, toda la vida, nunca nos separaremos acaban como gilipolleces dichas en momentos en los que no se piensa. Siempre es lo que el corazón quiere, no lo que la cabeza necesita. Eso de ver siempre las mismas caras, de sentir siempre las misma sensaciones es monotonía, la monotonía agobia y el agobio cansa. Si no nos separa el corazón lo harán otras personas, los sentimientos y los momentos que siempre llegan. ¿Siempre? No existe.
También aprendí que el para siempre siempre se termina. Que aquellos cuentos de siempre, toda la vida, nunca nos separaremos acaban como gilipolleces dichas en momentos en los que no se piensa. Siempre es lo que el corazón quiere, no lo que la cabeza necesita. Eso de ver siempre las mismas caras, de sentir siempre las misma sensaciones es monotonía, la monotonía agobia y el agobio cansa. Si no nos separa el corazón lo harán otras personas, los sentimientos y los momentos que siempre llegan. ¿Siempre? No existe.
Los candados no sirven para atar a las personas, sirven para que esas personas crean que las promesas de un siempre juntos se cumplirán.
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